5 pasos para lidiar con la gente que habla demasiado (2024)

Un pocos días, Karen, una joven mujer profesional inició su sesión conmigo quejándose de uno de sus colaboradores. "El hombre no deja de hablar," me dijo. "Hoy me preguntó cómo había estado mi fin de semana, y antes de que pudiera decir una sola palabra empezó a contarme todo lo que había hecho él."

Todos conocemos a alguien como este hombre, gente que habla sin escuchar, que parece creer que lo que tienen que decir es tan fascinante para los demás como es para ellos, y no parecen entender que escuchar es una parte tan importante de comunicarse y conectar con otros como lo es hablar.

¿Cómo funcionan estas personas? ¿Qué podemos hacer al respecto? Y tal vez lo más importante, ¿qué podemos hacer si somos uno de ellos?

Hablar es parte de lo que hacemos los humanos. "Lo que nos diferencia de los animales es el hecho de que podemos escuchar los sueños, miedos, alegrías, tristezas, deseos y derrotas de los demás, y ellos pueden escuchar los nuestros," escribió recientemente Henning Mankell, autor de los misterios de Wallander, en el periódico estadounidense The New York Times.

Pero la gente que habla demasiado no parece entender este balance. ¿Por qué? Algunos de mis colegas aquí en PT han escrito acerca de cómo a algunos nos cuesta escuchar a otros o a nosotros mismos.

"Escuchar requiere un proceso auditivo complejo," según Daniel P. Ellis de la Universidad de Columbia. Desarrollamos la capacidad de escuchar automáticamente, según Ellis, esta es una de las razones por las que incluso los niños muy pequeños reaccionan de maneras distintas a los sonidos de un ruiseñor y a los de una sirena de policía. También es una herramienta para el aprendizaje. Tal vez esta última parte, que nos dice que la habilidad de procesar señales auditivas es un factor importante para nuestra capacidad de aprender, explique por qué parece que tanta gente que nos habla a nosotros (pero no con nosotros) tiene dificultades para aprender a relacionarse mejor. Esto no quiere decir que toda la gente que habla sin parar no está profundamente conectada con los demás. Pero sí parece dificultarles el reconocimiento de diferentes humores y respuestas en su audiencia.

En los mejores tipos de comunicación, hay una especie de estira y afloja entre hablar y escuchar, se comparte quién es el que habla y quién es el que escucha sobre una base de respeto y preocupación por los sentimientos de la otra persona. Algunas de las personas que hablan demasiado no son capaces de entrar en este ritmo interactivo, no porque no les importe, sino porque no pueden tolerar las emociones que podrían surgir si escuchan a la otra persona. De hecho, durante mi trabajo como terapeuta, he encontrado que muchos habladores en realidad usan sus palabras para evitar saber qué están sintiendo.

Eso era lo que le pasaba a Max, un hombre inteligente y elocuente con dos hijos pequeños. Su esposa estaba amenazando con dejarlo porque, según ella, a él no le importaba ella ni la entendía. Max no paró de hablar por dos sesiones, rara vez se detenía para respirar, hasta que pude interrumpirlo para preguntarle cómo se sentía. Sus ojos se llenaron de lágrimas y se le cortaba la voz cuando me contestó, "esperaba que no me preguntara eso. No quiero sentir como me siento. No quiero pensar sobre cómo me estoy sintiendo. No quiero sentir."

Le pregunté a Max si pensaba que eso podría ser parte del problema que había llevado a su esposa a pedir el divorcio. Asintió y me dijo, "no he sido capaz de permitirme sentir cosas por mucho tiempo. Mi esposa cree que es porque no siento nada. En realidad es porque estoy en peligro de sentir demasiado."

Max dio en el clavo. Algunas personas hablan sobre sí mismas porque de verdad creen que son más interesantes que todas las demás personas que conocen. Pero muchas personas, como Max, están sobrepasadas por sus propios sentimientos y los alejan hablando. De cualquier manera, estos monólogos son lo contrario al tipo de historia que describe Mankell, las que nos acercan a otras personas. Y ambos tipos de conversación hacen que sea difícil para una persona aprender a manejar sus sentimientos de otra manera.

Entonces, ¿qué podemos hacer si nos asedia un colaborador, amigo o ser querido que habla demasiado? Aquí hay cinco sencillas sugerencias que podrían ser útiles:

  1. Primero, escuchar, pero no por mucho tiempo. Conforme escuchamos, intentemos desentrañar lo que esta persona está intentando comunicar: ¿Es un deseo de ser admirados? ¿Un pensamiento que no pueden sacar de su cabeza? ¿Un sentimiento con el que no pueden lidiar?
  2. Después de escuchar por un rato y entender lo que están intentando comunicar, es momento de preguntarles si les molestaría mucho si interrumpiéramos. Es posible que digan algo como, "No, no, estoy hablando demasiado, dime." (No hay por qué dejarnos atrapar por nuestra necesidad de ser amables y negarlo, eso solo distrae a ambas partes.) Si dicen, "Solo quiero terminar esta idea", podemos responder con algo delicado como, "Ah, pensé que ya habías terminado. ¿Te puedo decir lo que escuché?" (Claro que habrá quien de cualquier forma necesite decirlo a su manera. Hay que dejarlos terminar ya que no hay opción, pero después de eso es necesario interrumpirlos tan pronto como empiecen a hablar de algo más.)
  3. Al interrumpir, debemos estar listos para decir algo sobre lo que los escuchamos decir. No es necesario recurrir a una explicación psicológica, debe ser algo sencillo y directo, pero, si es posible, que sea positivo sobre ellos. No es de sorprender que intenten hablar ellos en lugar de nosotros, muchas personas hablan por encima de los demás porque tienen miedo de que los critiquen. De nuevo, podemos decir algo como, "Espera, me gustaría acabar esta idea," y luego decir lo que vamos a decir sobre ellos.
  4. No detenerse con un comentario sobre ellos. También podemos agregar alguna experiencia personal que confirme que entendemos por lo que están pasando. Un recuerdo de un evento similar, un sentimiento parecido, una historia graciosa, cualquier cosa que nos de la oportunidad de compartir nuestra propia experiencia pero que se conecte con la de ellos.
  5. Detener la conversación cuando se esté prolongando demasiado. No hay absolutamente nada de malo en decirle a alguien a quien hemos estado escuchando por más tiempo del que tenemos (y más del que queremos invertir), que lo lamentamos pero tenemos trabajo que hacer y tendremos que continuar con la conversación después. Y si son el tipo de persona que vuelve después para continuar la conversación, podemos solo decir, "No, lo siento, ahora estoy ocupada", porque, al final, tenemos derecho a proteger nuestros propios límites.

*Todos los nombres se cambiaron para proteger la identidad de los clientes.

5 pasos para lidiar con la gente que habla demasiado (2024)
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